martes, 22 de febrero de 2011

prueba parcialmente superada

El sábado tuve la primera despedida de soltera, tenía ciertos pros y ciertos contras (como suelen tener esos eventos sociales), dentro de los pros (además de los regalos, que por demás estuvieron increíbles y ya podemos invitar a las 3 primeras guarapetas en nuestra futura casa), está el que fue con familia, la gente conocida que me quieren a pesar de mi misma, que ya saben que estoy loca, y que hace mucho dejaron de esperar que yo respondiera a los cánones típicos de la familia.

Eso fue un gran pro, o sea fue en confianza, sin embargo y a pesar de todo, pasé momentos complicados.

Al principio todo iba muy bien, yo estaba felizmente sentada en una esquinita entre Q y R, y así transcurrieron los juegos (que mi tía se rifó, porque fueron súper personalizados y eso estuvo muy lindo), y el desayuno.

La crisis empezó cuando me pidieron que enseñara los regalos, y eso implicó una crisis, simplemente, porque tuve que pasar al centro de la fiesta y eso no estaba ni previsto, ni programado, ni aceptado, ni contemplado, pero pues ni que, ante la presión social me moví de lugar y fui enseñando cada una de las canastas y agradeciendo su contenido a la persona correspondiente.

Todo iba bastante bien hasta que Cu me pidió que hablara, la verdad sea dicha, la quise medio matar, y ahí por supuesto tuve mi momento incomodo del evento, no tanto por lo que dije (que creo que no estuvo tan mal), sino porque no lo puedo evitar, es raro el evento social del que salgo sin sentir que metí la pata y que hice algún comentario que me podría haber evitado (evidentemente aquí no lo diré, si no se trata de auto-quemarme, bastante tengo con hacerlo en persona).

Y es por eso que odio estos eventos, porque odio ser el centro de la fiesta, porque siempre siento que me queda grande el papel, que dije algo que no debía, que no agradecí lo suficiente, etc, en pocas palabras, siempre siento que el papel no fue diseñado para mi y que no sé como cumplirlo.

En fin, mi lucha ahora es por no quedarme con la parte negativa, sino aprender a absorber unicamente la parte luminosa de la situación, olvidar el resto y solamente agradecer y callarme la boca.

Ya irè contando si esta percepción cambia en algún momento, o si llego hasta la boda con esta sensación de incomodidad conmigo misma.

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